No era una tormenta común, sino un huracán, alimentado por los VIENTOS DE GRANDEZA de aquellos que no dejaban respirar al resto...
Los más humildes vivían a la sombra de los grandes, quienes proclamaban su importancia sin dar espacio a los demás.
Sus palabras y acciones eran tan estruendosas que parecía que el aire mismo se rebelaba
creando un enorme VÓRTICE DE ARROGANCIA .
El huracán creció tanto que amenazó con arrasar todo a su paso...
Pero en medio del caos, surgió una voz clara y serena, la de un anciano que había observado en silencio durante años...
(MUCHOS AÑOS)
"La verdadera grandeza" dijo, no se mide por cuánto puedes alzar la voz, sino por cuánto puedes elevar a los demás.
Sus palabras, suaves pero poderosas, comenzaron a calmar los vientos.
El vórtice de arrogancia , al escucharlas,se fue disipando poco a poco, y el aire volvió a ser puro y libre.
( Dejando espacio para que todos puedan respirar y florecer )
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