En The Matrix, se presentan dos visiones opuestas: la de Morfeo, que postula el libre albedrío, y la del Merovingio, que postula la causalidad hedonista.
Morfeo defiende la capacidad de elección y la lucha constante para liberarse de los placeres materiales y crecer como seres de luz. Para él, la verdadera libertad implica un esfuerzo continuo para superar los placeres carnales y materiales, desarrollándose y elevándose por encima de las tentaciones, lo que nos lleva a la verdadera libertad y crecimiento espiritual.
El Merovingio, por otro lado, sugiere que nos dejemos llevar por los placeres, justificándolo como la naturaleza del universo. Argumenta que todo en el universo está compuesto por materia oscura y luz, y que seguir los placeres es simplemente seguir la esencia de esta naturaleza oscura.
El Merovingio ve la causalidad como una excusa para entregarse al hedonismo, lo que eventualmente lleva a la muerte del espíritu y la regresión a un estado inerte de materia oscura.
Nos invita a abandonarnos a la entropía, la ley universal que tiende al desorden, y volver a lo que éramos antes de ser creados : materia oscura inerte.
Según esta visión, el universo no fue creado por el Big Bang, sino que este fue un evento dentro de un universo finito preexistente creado por Dios.
Aquí, la lucha constante entre la luz y la oscuridad, similar al mazdeísmo de la antigua religión persa, es una batalla eterna.
Esta lucha entre opuestos también se refleja en conceptos como el Yin y el Yang del taoísmo chino,
donde fuerzas contrarias y complementarias coexisten en equilibrio, y en la dualidad
del bien y el mal en la filosofía zoroastriana. También en la filosofía cristiana, donde la lucha entre el bien y el mal, la virtud y el pecado, es una constante en la vida espiritual.
Todo lo que vemos y percibimos fue creado usando la oscuridad, incluso la luz misma.
Para evitar dejarnos llevar por la entropía y la degradación, se requiere un trabajo constante de autocontrol.
Morfeo nos inspira a mantener nuestra integridad y luchar por la luz, resistiendo la atracción del
"lado oscuro de la fuerza".
Dios creó todo utilizando apalancamiento: transformando elementos simples en más complejos, como H (Hidrógeno) -> He (Helio) -> Cu (Cobre) -> Xe (Xenón), tal como se aprecia en el orden creciente de la tabla periódica.
En este universo de luz y oscuridad, nuestro destino se forja en la batalla constante entre la complacencia hedonista y la lucha por el crecimiento espiritual.
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