El Monstruo de las Manos Locas

En el pueblo de Manoslocas, todos los niños estaban obsesionados con un juguete muy especial:

"La Mano Loca"

Era una mano de goma elástica y pegajosa que se lanzaba y se pegaba a cualquier superficie.

Los niños pasaban horas jugando con ellas, pegándolas en las ventanas, en los techos...

Un día, el juguete se volvió tan popular que no solo los niños, sino también los adultos comenzaron a usarlo.

 
La Mano Loca se convirtió en una especie de símbolo del pueblo.

Cada habitante tenía su propia Mano Loca.

Parecía un carnaval constante donde todos competían para ver quién podía realizar las acrobacias más sorprendentes con su Mano Loca.

Esta adicción tenía sus consecuencias, el pueblo comenzó a deteriorarse...

Una noche, mientras dormían, Las Manos Locas de los habitantes comenzaron a fusionarse en un ser gigantesco y deforme, alimentado por el exceso y la avaricia de los que habían descuidado el equilibrio.

El monstruo, una masa caótica de colores y texturas, avanzó arrasando todo a su paso.

Y el pánico se apoderó del pueblo.  

Aparecieron las "Manos Lógicas", quienes con su sabiduría, se unieron a la causa...

Estas manos especiales recordaron a todos que la verdadera sabiduría no radica en la cantidad, sino en la calidad, y en discernir que no se debe tocar más que lo necesario, sin caer en la locura del exceso.

El monstruo, al verse privado de su energía y enfrentado por la sabiduría de las Manos Lógicas, comenzó a desmoronarse.

En Manoslocas, aprendieron que "La verdadera habilidad no estaba en cuántas cosas podías pegarte, sino en saber cuándo dejar de tocar"

 

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